La vid es un arbusto trepador y su forma viene determinada por cómo gestione su crecimiento quien lo cultiva. Existen numerosas variedades de vid y cada una presenta unas características específicas en cuanto a las hojas, las flores y, sobre todo, a los frutos; con estos últimos nos referimos a la uva, que puede tener formas, colores y sabores bastante distintos entre sí. La historia de la vid está entrelazada desde hace milenios con la del hombre, quien hoy la cultiva en todos los continentes (a excepción de la Antártida, por motivos climáticos obvios) y consume sus frutos tanto frescos como procesados, sobre todo en forma de aquella bebida conocida por todos como «vino».

El vino es una bebida alcohólica obtenida de la fermentación de la uva, el fruto de la vid. En su larga historia, el vino ha ido adoptando nuevos significados simbólicos y de profundo calado cultural; sin embargo, es innegable que entre los motivos de su éxito también está esa sensación mágica de euforia que sabe dar a quien hace un consumo correcto (y moderado).