El Almendro pertenece a la familia de las Rosáceas y, por tanto, está emparentado con plantas como la rosa y el espino blanco, pero también con otros árboles frutales como, por ejemplo, el melocotonero (de hecho, a menudo se injertan almendros utilizando el melocotonero como portainjerto), el ciruelo, el cerezo y el peral. Es un árbol muy adaptado al clima mediterráneo, pues de hecho Italia ha sido durante mucho tiempo una gran productora de almendras, aunque con el tiempo la han superado países como Estados Unidos y Australia. Sus frutos son sobradamente conocidos, pero también lo son sus flores, pues la belleza de un Almendro en flor es absoluta e indiscutible.

La leyenda cuenta que la joven princesa Fílide se enamoró del héroe griego Acamante cuando este estaba de camino hacia la guerra de Troya. Transcurridos 10 años, al ver Fílide que su amado no volvía, lo creyó muerto y se dejó morir. La diosa Atenea, conmovida por el suceso, decidió transformarla en un Almendro. Pero Acamante no estaba muerto y, cuando volvió y supo de la suerte de su amada, se dirigió al lugar donde estaba el árbol y lo abrazó. El calor de aquel abrazo hizo al árbol florecer de amor.