La Encina es uno de los robles más característicos de los paisajes mediterráneos. Puede crecer hasta superar los 20 metros de altura y tiene una copa ancha y tupida bajo la cual, para muchas pueblos, era costumbre reunirse en asamblea desde tiempos antiguos. Tiene un crecimiento muy lento, pero es bastante longevo, pudiendo vivir durante siglos. Sus frutos son bellotas muy apreciadas por los animales salvajes, aunque el hombre tampoco les hace desprecio. De hecho, en muchos lugares del Mediterráneo las bellotas se empleaban para producir harina o, en algunos casos, como un sucedáneo del café.

La Encina crece en particular en los países mediterráneos y es frecuente encontrar algunos ejemplares que se yerguen solitarios en medio de terrenos cultivados. Como antiguos señores que todavía velan por sus tierras.