El Durián es un árbol perenne, capaz de alcanzar dimensiones considerables (algunas especies pueden llegar hasta los 40 metros de altura) y con una copa amplia, formada por largas hojas oblongas. Tiene flores blancas, bellísimas y muy grandes. Despiden un olor pungente, descrito como similar al de la leche rancia. Es precisamente ese olor el que ha dado malograda fama a sus frutos comestibles, diversamente apreciados. De hecho, estos frutos son muy grandes (pueden pesar hasta 3 kg), están cubiertos por una espesa cáscara llena de espinas y en el interior tienen una pulpa de color amarillo, cuyo olor es tan penetrante que ha hecho que los frutos del Durián estén prohibidos en los lugares públicos y en muchos hoteles del sureste asiático y más sitios.

Existen cientos de variedades de Durián, hijas de cruces que se han producido en el tiempo y no todas dan frutos con un olor tan pungente. Sin embargo, el prejuicio en torno al olor de los frutos del Durián está bastante arraigado. En cambio, os invitamos a desdeñar todo prejuicio y, si tenéis la ocasión, a probar este fruto tan particular.