Creemos que no es lo mismo tirar 100 semillas en un campo que plantar 100 árboles.
Y creemos que plantar una sola especie de forma intensiva no es una opción sostenible ni respetuosa con la biodiversidad.
Creemos que las comunidades que viven en un lugar determinado son los mejores guardianes de los árboles, por lo que las apoyamos económicamente y las ayudamos a plantar y cultivar árboles en sus tierras. Los árboles las benefician a ellas, al lugar donde viven y a todo el planeta.
Creemos en el vínculo que, a través de los árboles y gracias a Treedom, se puede crear entre personas separadas por una gran distancia.
Creemos que cada uno de nosotros debemos esforzarnos por reducir nuestras emisiones de CO₂ y que, plantando árboles, podemos hacerlo realidad.
Estamos seguros de que podemos conseguir un planeta más verde. Y queremos hacerlo bien.
Plantar árboles para hacerlos crecer, con un horizonte a largo plazo en mente.
Plantar árboles es una tarea compleja. No solo desde un punto de vista técnico (de hecho, se necesitan habilidades y recursos para crear lugares adecuados en los que germinen y crezcan los árboles), sino también y sobre todo desde un punto de vista estratégico. No basta con plantar árboles, hay que acompañarlos durante su crecimiento. Esto significa pensar a medio y largo plazo, y para ello es necesario identificar el árbol correcto para el lugar adecuado y el fin debido. Los proyectos que llevamos a cabo para plantar nuestros árboles responden exactamente a estas necesidades.
Un primer aspecto que tenemos en cuenta en el desarrollo de nuestro trabajo es la capacidad de obtener beneficios medioambientales, tanto a escala local como global.
Beneficios medioambientales locales:
Nuestro trabajo, que integra el cultivo de árboles en entornos agrícolas, aspira a obtener los mejores beneficios para los ecosistemas donde se desarrolla. Cada proyecto tiene sus propias peculiaridades y, por tanto, ámbitos específicos en los que la plantación de árboles puede producir efectos positivos, aunque los más comunes son: la lucha contra la erosión del suelo, el enriquecimiento de la biodiversidad, la protección de la fertilidad de la tierra, la creación de ecosistemas sostenibles, etc.
Beneficios medioambientales globales:
Todo árbol, a lo largo de su vida, absorbe CO₂ (dióxido de carbono) de la atmósfera y lo fija en sus partes leñosas. Esta actividad permite extraer el CO₂ de la atmósfera y sus efectos resultarán aún mayores cuantos más árboles crezcan y vivan largo tiempo.
No menos importante es lograr que nuestro trabajo pueda materializar una serie de beneficios sociales para las comunidades locales que participan y dan vida a nuestros proyectos.
La financiación, la creación de comunidades, la formación y la asistencia técnica son los pasos básicos para poner cada proyecto en marcha. Lo más importante es que las comunidades saquen provecho directo de los árboles desde el punto de vista de los recursos alimentarios y las oportunidades económicas.
Son las guardianas de los árboles y quienes disfrutarán de sus frutos.