Jane Wilson-Howarth
La exitosa escritora británica Jane Wilson-Howarth optó por vivir en Nepal, donde reside desde hace varios años. Una elección de vida radical, al igual que el reto que una tierra como Nepal supone para quien la visita. A pesar del aumento del turismo de gran altura, por el que algunos grandes del alpinismo han puesto el grito en el cielo, las cumbres nepalesas del Himalaya siguen conservando el atractivo de una meta que no resulta accesible para cualquiera. Nada menos que 8 de las 14 cumbres por encima de los 8000 metros se encuentran en Nepal, por lo que con razón se merece el título de «techo del mundo».
Sin embargo, Nepal registra de norte a sur, en apenas unos pocos cientos de kilómetros, un desnivel que va de los 8848 metros del Everest a los 80 metros del punto más bajo del país. Un país complejo y lleno de contrastes.
Al sur de las cumbres del Himalaya se encuentra una serie de mesetas que descienden en rápida progresión hasta las llanuras tropicales del Ganges. La variedad de los paisajes es una impresionante sucesión acompañada de una flora y una fauna selvática cambiantes, que incluyen desde el panda rojo hasta el varano de Bengala, pasando por el leopardo de las nieves.
La capital del país, Katmandú, es una ciudad con una historia antiquísima donde hoy residen casi un millón y medio de personas y que presta su nombre al valle que la rodea. Cuenta la leyenda que en su día hubo en ese valle un gran lago y que en el centro del mismo se encontraba una flor de loto que atraía a peregrinos de todas partes. Entre ellos estaba también Maha Manjusri, un sabio chino que, al ver la flor de loto, pensó que todo el mundo debía poder contemplarla de cerca. Con un golpe de espada, resquebrajó un lado del lago, por lo que el agua se precipitó por las gargantas circundantes y el lecho de aquel lago se convirtió en lo que hoy es el valle de Katmandú.
El trabajo de Treedom en Nepal comenzó en 2017, con la plantación de 10 000 cafetos con las comunidades montañosas locales como eje central. Esta plantación se complementó con otras especies frutales y forestales. Desde entonces, la actividad ha ido ampliándose, pero el cafeto sigue siendo una de las especies más plantadas en Nepal, también por su papel clave para la economía local.
Una de las áreas más importantes del proyecto, de hecho, se encuentra en las faldas de las montañas del Himalaya más altas, a una altitud de aproximadamente 1800 metros. Nos encontramos en el distrito de Rasuwa, en la región central de Nepal. Se trata de una zona sumamente apta para el cultivo del cafeto, y no solo por el potencial rendimiento de las plantas, sino también por la calidad de sus frutos. Factores como el suelo, la oscilación térmica y la intensidad de los rayos solares hacen del café nepalí uno de los mejores del mundo.
La experiencia nos ha enseñado que trabajar en Nepal plantea muchos desafíos. Quizás, el mayor de todos sea la logística. De hecho, nos movemos y trabajamos en una zona que, en solo unos pocos kilómetros en línea recta, nos obliga a atravesar unos desniveles que hacen que lo que en otros sitios sería un mero viaje de trabajo aquí sea toda una hazaña.
Por ello, tratamos de reducir al mínimo la necesidad de desplazarnos, ya que la principal infraestructura de la que nos valemos son los viveros. En Nepal, resulta muy práctico montarlos lo más cerca posible de donde se vayan a plantar los árboles. Son viveros de proximidad menores que los de otros países, pero permiten entregar los árboles a las comunidades agrícolas con mayor facilidad.
árboles plantados en Nepal
beneficiarios implicados en Nepal