Fernando Botero
En las palabras de Botero no solo hay nostalgia, común a muchos de los que viven lejos de su patria, sino también el signo de un vínculo con una tierra de grandes contrastes, que marcan profundamente a quienes nacen en ella (Botero declaró: «Nunca he pintado otra cosa que el mundo tal y como lo conocí en Medellín»), pero también dejan huella en quienes la visitan una sola vez.
En efecto, no es fácil ocultar el pasado del que Colombia sigue intentando liberarse por completo, pero sería injusto que ello nos hiciera olvidar que se trata de una tierra en la que encontramos magníficas selvas tropicales, montañas inaccesibles llenas de encanto, playas maravillosas que se asoman tanto al océano Pacífico como al Atlántico, una variada presencia de plantas y animales (especialmente aves), ciudades deliciosas y gente sencilla y hospitalaria.
Para entender lo mucho que ofrece Colombia en cuanto a variedad y riqueza ambiental, basta con pensar en las regiones en las que el país se divide a grandes rasgos. Está la región del Amazonas, que cubre con su selva una vasta porción del territorio del sureste del país y limita con la región andina, cuyas cumbres superan en varios puntos los 5000 metros. Está la región del Pacífico, una zona costera comprendida entre el mar y las montañas.
La región insular está formada por una serie de islas de origen volcánico situadas frente a la costa del Pacífico, mientras que otros islotes se encuentran en el lado atlántico de Colombia. Esta última es la región del Caribe. Por último, tenemos la región del Orinoco, el segundo río más grande de Sudamérica, después del Amazonas. Colombia también se encuentra a lo largo del cinturón de fuego del Pacífico, lo que hace que su territorio esté salpicado de volcanes y tenga una actividad sísmica nada despreciable.
Treedom desarrolla su labor en Colombia desde 2018, la cual ha ido creciendo año tras año. La primera zona identificada fue la reserva indígena en las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte del país. Se trata de una zona cercana al yacimiento arqueológico de Ciudad Perdida, uno de los más importantes de Colombia.
Y no es para menos, pues se cree que esta ciudad fue fundada alrededor del año 800 d. C., unos 650 años antes que Machu Picchu. Solo se puede llegar al yacimiento a pie por un camino que cruza el área del proyecto. Las labores de acondicionamiento agroforestal, con las consiguientes mejoras en la situación hidrogeológica de gran parte de dicho territorio, también tendrán un impacto positivo en los miles de visitantes anuales del parque arqueológico de Ciudad Perdida.
Con el tiempo, las actividades se han ido ampliando, gracias a la excelente colaboración con nuestros socios locales y las posibilidades que ofrece un país con tal variedad de entornos. A día de hoy, nuestros proyectos se desarrollan en varios frentes y en distintas zonas, desde áreas montañosas, en terrenos de gran pendiente, donde los árboles también tienen la función de retener el suelo y evitar la escorrentía excesiva, hasta zonas más llanas.
Plantamos numerosas especies típicas, como el cedro rosado, la guayaba, la guanábana, el cacao criollo, así como una mezcla de especies forestales y frutales, que incluyen el cacao y el café, para ofrecer el más amplio espectro posible de beneficios ambientales y sociales. En este sentido, nuestros proyectos en Colombia también involucran a comunidades indígenas que pertenecen a grupos étnicos con profundos y antiguos lazos con su tierra.
árboles plantados en Colombia
beneficiarios implicados en Colombia